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Silencio de grillos y gallos a destiempo
La niebla intenta cubrir las desventuras
Lleva su duelo adentro
No dicen todo lo que saben
Ni mucho menos
Aguardan que los días digan sus palabras
Que la sangre circule sin hervores
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El combatiente regresó a la batalla
perdida con la intención secreta de borrarse
en ella. Dejó a su espalda los colores ocres y los verdes remotísimos. Caminó
hacia el desamparo y la desmemoria con la certidumbre de transitar los pasos
últimos. Tomó del manantial el sorbo reservado a su naturaleza simple. El
cansancio lo hizo vulnerable. Los convecinos extrañaron su antigua lucidez y se
sorprendieron de sus decisiones íntimas. La bella de sandalias leves aherrojó
su sentir en un inesperado giro de los sucesos. Se hundió en un abismo de fuego
y azufre, dando cumplido destino al requerido misterio.
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Se queda tibio, frío
En mis labios
Como muerto
He olvidado el café
Auscultando palabras
Se detiene el mundo
No gira por hoy
Sin giro, cae
Nuevas órbitas lo atrapan
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Qué espera de la vida
Un hombre que llega y canta
Y se sienta en la puerta de su casa
A evocar las memorias de la lucha
Palabras agudas del Comandante
Caminos abiertos a la verdad
Qué espera de la vida
Esta mujer que cuenta
Su marcha por carretera vieja
Espontáneo movimiento popular
De abril de dosmil dos
Y su lucha contra el cáncer
diez años después
en su propia carne
Qué esperan de la vida
Un caballero de sombrero
Que descubrió la historia
Como madre y hermana
Y la joven que plasmó su poema
En la pared de la comuna
Qué espera aquel mecánico
Que saluda con el codo
Las manos grasientas como lleva
Y sonríe al dar con el diagnóstico
De la carburación que falla
En el viejo vehículo
No esperan un amanecer súbito
Inacabable resplandor de lo indecible
Ni el estallido de un sol sin nubes
Calcinados los rostros
No esperan un paraíso de peluches
Es tan solo un poco de paz
Para sus almas
Un mínimo mendrugo
Y un abrazo sostenido
En el afecto verdadero
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