domingo, 28 de junio de 2020

RILKE VERSIONADO

Hermosos paisajes naturales rio, piedra, piedras, corriente, roca ...

(DOS) SONETOS A ORFEO (1923)
R.M. Rilke
Versión de Tomás Martínez Sancho,
sosteniendo el soneto en castellano.

XII
Busca los cambios, ansía la llama
en la frontera de lo transformado,
que el espíritu humano proyectado,
el punto de inflexión: eso es lo que ama.
Cual piedra inmóvil, cerrada en su trama,
¿se sentirá en la roca asegurado?
No: lo más duro se halla preparado
al martillo que cae y desparrama.
Al río libre, la sabiduría
lo conoce y conduce en lo creado,
alfa por la omega intercambiada.
Pues la dicha se genera en la osadía
de la ruptura. Y Dafne transformada
en laurel, te ha querido viento alado.

XXIX
Siente, callado amigo en lejanía,
cómo acrecienta el espacio tu aliento,
Si el repique de campanas, violento
te resulta, tórnalo, hoy es tu día.
Quiérelo, transfórmalo en energía:
lo que vive en ti será tu alimento.
¿Qué harás con el dolor de este momento?
Si es amargo el beber, hazte ambrosía.
Sé tú, en esta noche de desmesura,
fuerza y magia en la cruz de tus sentidos,
sentido del maravilloso encuentro.
Y, si a ti te olvidara la terrura,
di: “yo paso”, a los suelos detenidos;
di: “yo soy”, al agua que fluye adentro.

martes, 9 de junio de 2020

9 sonetos y 9 décimas


I

Catorce versos para comenzar.
Si sirven para desahogar los días,
para alejar de ti melancolías
y para el alma desempatanar,

buen augurio son. Tenlos para armar
con ellos, un manojo de alegrías,
rosas, y claveles, y peonías,
ramo que disponga tu alma a cantar.

-No quiero flores, dice tu mirada,
nada me alivia en mi dolor fatal,
la cuarentena me tiene aniquilada.

-No pretendo una solución trivial,
pero con esta línea terminada,
versos y flores no te sientan mal.

II

Entra sutil la lluvia a fin de mayo
y prepara la siembra el campesino,
el frijol y el maíz abren camino,
y siguen mil semillas sin desmayo.

¡Y a la pandemia que la parta un rayo!
Soy capaz de escribir en pergamino:
No torcerán del pueblo su destino,
ni bloqueo, ni virus, ni lacayo.

Los pájaros levantan la mañana
con sus trinos y vuelos juguetones,
a su pausado hacer van los humanos,

y, en cuarentena, desde su ventana,
hay quienes contemplan pasar razones
y, al punto, motorizan pies y manos.



III
La venta de sardina se anunció
desde el día dieciocho por la noche,
y no deseo hacer ningún reproche
pues se compró sardina y aún sobró.

A setenta por kilo se anunció.
Hubo quien dijo: ¿quién pela ese boche?
La cuarentena no evitó el derroche
de jovialidad. Así sucedió:

Con antibacterial y mascarillas,
cumpliendo todos con el buen sentido,
llegaron a la Base de Misiones.

Desde el mango miraban las ardillas
con gran sorpresa por lo acontecido,
pues eran harto extrañas las reuniones.

IV

Requiere buena dosis de locura
educar en pandemia y en frontera,
pues cuando una barrera se supera
otra nueva aparece en la espesura.

Se figura como una noche oscura,
sin redes, sin señal y sin bloguera
amiga, que salvara como fuera
la distancia incruzable, roca dura.

Así que esos docentes que visitan,
en cuidadoso plan de avanzadilla,
alientan esperanzas defraudadas.

Las niñas y los niños resucitan
y toman nota clara en su cuartilla:
salvar distancias no son cuentos de hadas.


V

Días de soledades encontradas,
tiempos de alejamientos y distancias,
horas de vagabundeos y errancias,
momentos de verdades confrontadas.

Controlando las salidas y entradas
al trabajo, al mercado y las farmacias,
a la sombra de palmas y de acacias.
Somos personas socialmente aisladas.

Soy una isla, Bob Dylan cantaba.
Si se hubiera visto en este trance,
habría estremecido su canción

con nuevos versos, como acostumbraba.
Y, sin embargo, puesto a hacer balance,
toda isla espera ser atolón.

VI

Tristes van los amores confinados
cuando tienen los pasos bien medidos,
y no salen los planes pretendidos
para intentar hallar a sus amados.

Vuelve Roxana, con los pies cansados,
de tristeza en tristeza, consumidos
los minutos, los párpados caídos.
Toma Juan el bus de los derrotados.

Roxana y Juan, de amores y congojas,
de otoños vacíos, secas las hojas,
tristes, sin horizonte en su mirar.

De pared en pared, la piel, las manos,
solitarios, como buenos ciudadanos,
van al trabajo, vuelven a su hogar.



VII

Un llano en llamas se ha vuelto la vida,
bajo el sol quemante, sin un talud,
que no elude adultez ni juventud.
Así es la enfermedad tan extendida.

Extensa será para quien la mida,
como extensos los días en quietud,
sin otra novedad ni magnitud,
que el trabajo, la casa y la comida.

El llano con su cerca que acorrala,
modernidad que trae su consecuencia,
de doctores, de leyes y de bala.

Mas el pueblo es quien sufre la violencia
y propende al viento, al torrente, al ala,
a un impulso que lo libre con urgencia.

VIII

Aún montaña y selva ante mis ojos,
resquicio de planeta aniquilado,
árbol caído, tocón inflamado,
excedencia en medio de rastrojos.

No es cuestión de caprichos ni de antojos
sostener de la Tierra su costado,
tras el tajo, su cuerpo desangrado,
verdes y azules, trastocados rojos.

¡Que se juega el futuro de la vida!
Aún es tiempo de cerrar la herida
y mantener los ciclos orbitales.

Surge en pandemia este común clamor:
hay que torcer el rumbo hacia estribor,
si se pretende revertir los males.



IX

El zapping de la imagen y el mercado,
momentos consumidos sin sentido.
Reclama por el cierre, lo emprendido.
Nos amenaza el tiempo acelerado.

Dosis de información, poco hay narrado,
la memoria perdida, mucho olvido,
tan solo listas de lo acontecido,
cuadro fugaz, mirar obnubilado.

Cierra los ojos y salva el instante,
date mayor conciencia, hazte sujeto,
deja la rapidez apabullante.

Aléjate de slogan y panfleto,
pon, en todo, la vida por delante.
Que te lo dice tu amigo Anacleto.




I

Trae Irán la gasolina,
surcan sus buques los mares.
La esperan entre cantares
doctores con cloroxina
(no crean en la aspirina).
Que no descuidan ni hablar,
el bien de un pueblo sin par:
su salud es lo primero.
Con ese impuso certero,
vamos juntos a luchar.

II

Si nos quitan la señal,
no por eso sufriremos,
que ya la historia sabemos,
desde el principio al final:
pueblo unido vence al mal.
Nombraremos directiva
contra la acción agresiva,
tomaremos las antenas.
Que entre las tibias arenas,
ni la luna está pasiva.

III

Ya madura el aguacate,
ya la siembra se prepara,
y si con mi voz cantara,
pronto saldría el tomate,
bien lo suelte o bien lo ate,
pues la lluvia pertinaz
impregnaría la faz
de toda esta cordillera,
así es que pronto se viera
todita la tierra en paz.



IV

Madruga el predicador
y cantan las guacharacas,
que ayer cayó agua en Caracas,
y es hoy día del Señor.
Aún dormita el soñador.
En paz amanece el día.
Se anuncia con alegría
nueva etapa, para estar
más sueltos los pies y andar
un poco más por la vía.

V

El azulejo es exceso
a la mirada de tierra,
como es exceso la guerra
que finge razón de peso
y se sella con un beso.
El azul entre el marrón
no guarda comparación,
es exceso a la mirada,
que se ha quedado cansada
sin elevar la visión.

VI

Es moda la bicicleta,
se ha vuelto la solución,
pues si no tienes camión,
o montas la pataleta
y te guindas a una teta,
o en el más correcto hacer,
si no quieres fenecer,
agarras la de dos ruedas
y avanzas, siempre que puedas,
de la casa hasta el taller.




VII

El periquito en su encierro
repite su chachachá,
como el humano que va,
subiendo y bajando cerro,
en su jaula, como un perro.
A levantar la mirada
lo invita su camarada,
que con esta situación
no ha abandonado el bastión
de la lucha enamorada.

VIII

Adriana viste de flor,
el sol alumbra su piel,
destilan sus labios miel,
y es toda ella resplandor.
Revolotea un ruiseñor.
Al otro lado del huerto,
con un viejo gallo tuerto,
viste de flor Dorotea,
que se ha aventado una pea:
quien la ve la cree un muerto.

IX

Andando de conuquero
le salió a Jaime un tigrillo,
botó el sombrero amarillo
y pronto dejó el pelero,
corriendo por el sendero.
A casa, frío llegó,
un guarapo se tomó,
la sangre recuperó,
y no pensó en el abuso: