jueves, 27 de octubre de 2016

CUEVA DEL INDIO Y LEYENDA



Amanece y te observo
desde el fondo de esta hondura campesina
Despierta el sol y alumbra
tu oquedad en la montaña

Emilia cuenta de su viaje de infancia
a la gruta prohibida
El que entra no sale ­–han dicho los mayores
Y es verdad que así fue
Que se tragó la tierra a un convecino

Llegaron luego a practicar sus ritos
de Lionza y tabaco
de Cortes Principales a la boca de la cueva
Los niños no pueden ver, es feo –han dicho los mayores
Y es verdad que así fue
Dejaron los niños de recorrer las trochas

Se enconcharon las bandas
con sus armas y noches
La cueva es peligrosa –han dicho los mayores
Y es verdad que lo es
Ya nadie aventura
hacia esos lados el camino

Cueva mágica que presides la ciudad
a su costado
Leyenda de tesoros enterrados
de rituales ancestrales
de guerrero Guaicaipuro y resistencia

Estás para los ojos
Que no para los pasos

Memoria
que la selva se come
Memoria
que la ciudad devora

martes, 4 de octubre de 2016

Gardacho rabón





Los matorrales viejos
salpican las lomas del secano
el día soleado
tiñe de azul el aire
y el regreso a casa es un cantar

El cereal maduro
ha sido cosechado
Abundan los rastrojos
y corren conejos y pajarillos

Allá canta una perdiz
localizada al punto
para seguir su rastro con los perros
¡tal vez sea mañana!

En el ribazo asoma
un extraño reptil
Indiferente  a caminantes
toma el sol sobre el refugio
una oquedad abierta
en terreno arcilloso

Se detiene el motor
y el niño con su honda
ejecuta el limpio movimiento
y el cielo es un océano
y bate un raro olor a sangre.


Nota: Este poema es un ejercicio lúdico intercultural. A partir del poema Búho, del venezolano-andino Ramón Palomares, y tomando 4 de sus versos, reelaboro el poema con un sentido diferente, enraizándolo en mis memorias de infancia en Mendavia.