Los
matorrales viejos
salpican
las lomas del secano
el
día soleado
tiñe
de azul el aire
y
el regreso a casa es un cantar
El
cereal maduro
ha
sido cosechado
Abundan
los rastrojos
y
corren conejos y pajarillos
Allá
canta una perdiz
localizada
al punto
para
seguir su rastro con los perros
¡tal
vez sea mañana!
En
el ribazo asoma
un
extraño reptil
Indiferente a caminantes
toma
el sol sobre el refugio
una
oquedad abierta
en
terreno arcilloso
Se
detiene el motor
y
el niño con su honda
ejecuta
el limpio movimiento
y
el cielo es un océano
y
bate un raro olor a sangre.
Nota: Este poema es un ejercicio lúdico intercultural. A partir del poema Búho, del venezolano-andino Ramón Palomares, y tomando 4 de sus versos, reelaboro el poema con un sentido diferente, enraizándolo en mis memorias de infancia en Mendavia.
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