domingo, 4 de octubre de 2015

Canto a mí mismo -dices



Oh Walt
Tan solo dispones de un minuto para escucharme
Qué lástima
Eres buen hablador
Y yo con gusto te he escuchado

También soy de los que necesitan
Un tiempo mayor que el que concedes
Me lo tomo
Soy de los que creen en la palabra
Para decir y desdecir
Para cantar y construir maravillosos himnos
Para llorar y proclamar las muertes con todas sus aristas

Tú cantas y te cantas
Bienamado Walt
Y cantas al mundo
Con sus nimiedades y grandezas
Y a los seres vivos
Cualesquiera sean ellos
Los ves en su conjunto y majestuosidad
Y te admiras en el detalle de su fuerza natural
De su pasión y desmedimiento

Cantas la carne en su frescura
La piel joven sumergida
La piel arrebatada en el encuentro festivo
Tan humano
Los músculos expuestos
Los cabellos al viento
Las mejillas rozagantes
Los senos firmes
El arado-sexo que rompe con fuerza
El terreno germinal

Disfrutas lo campestre
La cosecha habida
Sobre la que el descanso es puro
Con la caza del día
La noche en torno al fuego
Queda iluminada en paz

Walt, Walt
¿no ves más?
Mira a los hermanos poetas
(Al menos repara en ellos)
A este sufriente peruano
Que tiene en vilo el alma
A este Vallejo hombre y hermano
Que mira al que anda con un pan bajo el brazo
Llora al caído en guerra
Y muere en París con aguacero

A este Miguel
Con hijo muerto y pueblo derrotado
Que pasó de bravo toro a oveja degollada

¿Qué? ¿No dices nada?
También te doy palabra
Los pueblos del sur no existen en tus cantos de vida
Vencedor de toda guerra
Hijo altivo de modernos
Festivo cantador de las victorias
(y aún de las derrotas
-sufridas en carne ajena-)

La economía de tu norte
Crece y crece con la industria en expansión
A costa del sur saqueado
Con la materia prima
A precio de regalo

Tu mundo crece fuerte
Con un himno entre los labios
El mundo Otro
Lleva la amargura entre los dientes

Tu melodía es razonable
Ante la prédica oscurantista
De pecado y de muerte
Ante las retóricas puritanas de ascetismo
Un Nietchze americano nos era necesario
Zaratrusta despierta la alegría y el pléroma vital
El hombre nuevo con sabor a mundo inaugurado

No más vergüenzas y pudores vanos
No más tapadas de ojos
Represiones de afectos
Y lánguidas miradas

Como Neruda
Tienes derecho a tu día feliz

Bien, Walt
Te aplaudo en tu verdad
En tu noble corazón
En tu rebelde frente
Que resiste las loas
Tanto como reconsidera las ofensas

Apuntas la libertad
Como mayor deseo
De los dioses pasados
Dejas las nobles causas
Para tu nuevo dios
Legítimo heredero

¿No sabes, Walt,
Que sobre este dios moderno
Del ilustrado norte
Crecerán nuevos mitos
Y cultos y liturgias
Y sacerdotes de exterminio?

Te excuso: no lo sabes

Te lo cuento con calma
Con tiempo suficiente
Para que sientas en tu piel tan prójima
El devenir de los siglos

¿Quién iba a decirlo?
Los hippies leyeron tus poemas
Y mordieron los tréboles
De tus inmortales hojas
Rodando sobre laderas campestres

Mis hermanos
Leyeron tus versos
Como lección de vida
Y despertar del miedo
Buscaron tu frescura libertaria
¡Bien por ello!

Las armadas imperiales
También leyeron tus versos fervorosos
Tus palabras de orgullo
Para el control del mundo

El “orgullo americano”
El “crecimiento americano”
El “dios americano del mercado”
¿Has pujado también por ellos
Y los has comprado en buen remate?
¿Te has convertido en el mercader de lo humano?
¿Has tomado lo pobre, lo pequeño
la vida natural en lo que tiene de expansiva,
tasada a peso?
¿pretendes comprar barato
para vender más tarde
a precio exorbitante
el ser desarrollado?

Desprecias al resto
¡Das tan poco por ello!
¡Cuánto mundo se te queda
Bajo tu juicio anonadante
En el frágil olvido!
Corres, saltas,  vuelas
Resultas el primero en la carrera
Más que corcel alado
Más lejos llegas
¿Qué hay de los olvidados?
¿No cuentan, Walt?

Una torta de harina
Con espárragos y queso
Es un disfrute simple
Para el hombre de Quebec
Otro humano se deleita
En los gusanos de moriche
Los paladares se disponen
A placeres tan diversos
Como la vida

También el hambre puede a más de uno
Y el paladar se queda seco
Y los senos sin leche
Y los niños en hueso
Así de enflaquecidos

¿Qué cánticos nos quedan
amigo Walt
en tal humanidad?

La Tierra herida
Y los que crecen no miran a los lados
Siguen su marcha firme
Contigo en la avanzada
Sin reparar los daños

Sólo nos cuentas
Las batallas del abuelo
Con su memoria de victoria
Y los ojos resplandecientes del capitán
Alumbrando la lucha
Hasta el final

Olvidaste decir
De las fosas comunes
De memorias borradas
De torturas sin épica
De vergüenzas de ser hombre
Cabezas aplastadas por rocas
Persecuciones de hermanos con perros
Acribillados a bala

¿Dime Walt
Cómo seguir cantando?

Teilhard de Chardin
Intuía a Dios en todo esto:
El Cristo cósmico total
Hizo teología de tus poemas
Para una religión de paz
Y buen vivir
En la hermosura de lo creado
Subsumiendo negatividades
Incluso
Así creía
Que el progreso alcanzaría
Un final de plenitud rebosante

Pero no llega…

(creo que seguirá)


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